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3 de septiembre de 2013

 
Dos años ya. Un día como hoy, a esta hora, un duro golpe sacudió a la comunidad del FUTBOL JUVENIL, y -sobre todo- a la gente de BARRACAS CENTRAL. Desde nuestro lugar de trabajo el teléfono traía voces desgarradas, y una noticia que partía el alma de dolor. Tres jóvenes jugadores de BARRACAS habían perdido su joven vida en un accidente de la ruta, cuando iban a jugar su partido de fútbol,  es decir, su pasión, en Jáuregui, ante FLANDRIA.
Un día que ha quedado marcado para siempre.
El año pasado, en la ceremonia de clausura de la temporada de JUVENILES B, pudimos estar con los familiares de los chicos un rato, en un momento tan emotivo como doloroso. Gabriel Romero, Brian Giménez y Nicolás Figueroa permanecen en nuestra memoria.
Como mi salud todavía no me permite extenderme mucho en escribir varias líneas, dejo un fragmento que una poesía que descubrí hace un tiempo, del poeta Alberto Cortez. Se titula "Perder un hijo".
Y dejo, sobre todo, un afectuoso recuerdo para Gabriel, Brian y Nicolás, que se es compartido por todos los que de una u otra forma tenemos que ver con el fútbol juvenil.
Leonardo Perales
 
Perder un hijo debe ser...
como perder los ojos y a la vez
el corazón con ellos,
desorientado indigar para saber
como llegar al final de la luz
para atrapar el último destello...
Perder un hijo debe ser
como subir a la cumbre mayor
predispuesto para dar el salto
y no saber, al final, lo que es mejor
si arrojarse al meollo del dolor
o quedarse colgado en lo más alto...
Perder un hijo debe ser...
como deshabitarse, es decir,
de todo despojarse,
abandonar el cuerpo y emprender ni ton ni son
viaje a ningún parte...
Perder un hijo debe ser...
como aprender otra forma de llorar
y cuestionar el saber y no saber
si esto de amar es de repente un desarmar
o la manera más atroz de descreer
que sea Dios quien distribuye al equidad.
Perder un hijo debe ser...
como perder los ojos y a la vez
el corazón con ellos.
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